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La científica que ha investigado por qué Bad Bunny te hace feliz
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Conexión bioquímica

La científica que ha investigado por qué Bad Bunny te hace feliz

Su música activa neurotransmisores que producen placer y euforia, según un nuevo estudio del Colegio de Químicos de Puerto Rico

Foto: María Santiago Reyes. (Foto cedida por el Colegio de Químicos de Puerto Rico)
María Santiago Reyes. (Foto cedida por el Colegio de Químicos de Puerto Rico)

Sin lugar a dudas, Bad Bunny se ha consolidado como un fenómeno internacional que trasciende fronteras, idiomas y géneros musicales. Con su estilo irreverente, letras que conectan con varias generaciones y una estética que rompe con los estereotipos del reguetón tradicional, Benito Antonio Martínez Ocasio (su verdadero nombre) ha llevado la música urbana latina a lo más alto de las listas globales. El puertorriqueño no solo llena estadios en todo el mundo, también ha sido portada de revistas de moda, ha actuado en la Super Bowl y ha participado en proyectos cinematográficos, confirmando que su impacto va mucho más allá de lo musical: es un símbolo de cambio cultural y representación global.

El éxito de Bad Bunny también está presente en nuestras fronteras, prueba de ello es que el año que viene ofrecerá 12 conciertos en España. Más de una decena de espectáculos para los que las entradas volaban a las pocas horas de salir a la venta.

La fama internacional que tiene el artista es tal, que desde el Colegio de Químicos de Puerto Rico (CQPR) se propusieron averiguar por qué a la gente le gusta tanto. Y esta semana, a punto de empezar la gira en su país natal, han presentado las conclusiones de su estudio: la música de Bad Bunny activa neurotransmisores, como dopamina, serotonina y oxitocina, generando placer, bienestar y euforia.

La persona detrás de este estudio es María Santiago Reyes, miembro y anterior presidenta del CQPR. La química explica a El Confidencial que tras hablar con varios fans de Puerto Rico le picó la curiosidad, se puso a bucear en la literatura científica sobre cómo “la química está envuelta en la fascinación de una persona por otra” y concluyó que la gente no solo baila, también conecta bioquímicamente.

La química cerebral

Según explican desde el CQPR, el estudio no se realizó desde la óptica del espectáculo, sino desde el aspecto cerebral, entre otras cuestiones. Con la conclusión de que la química del cerebro explica por qué miles de personas se sienten tan emocionalmente vinculadas a estas experiencias masivas.

La investigadora explica que se produce una conexión bioquímica al estar en contacto con la música, derivada de la “interacción hormonal de varias de las que tenemos en nuestro cuerpo, como lo son las endorfinas, serotonina, dopamina y oxitocina. Las cuales son un factor común en la sensación de felicidad, placer, bienestar y estado de ánimo”.

placeholder Bad Bunny reivindica la cultura de Puerto Rico con ritmos e instrumentos autóctonos. (EFE/Jorge Muñiz)
Bad Bunny reivindica la cultura de Puerto Rico con ritmos e instrumentos autóctonos. (EFE/Jorge Muñiz)

“Estas hormonas se liberan en nuestro sistema de recompensa en varias regiones del cerebro. Haciendo que se fortalezcan las conexiones neuronales que nos crean sensaciones de éxito y/o placer. Mientras otras actúan en las estructuras sociales del cerebro”, desarrolla Santiago, al tiempo que indica que esto “motiva a repetir conductas que mejoran el bienestar, como socializar. Así como también da estabilidad emocional y el equilibrio en el comportamiento en general”.

Un fenómeno extensible a otros artistas

Aunque Santiago haya empleado en su estudio a Bad Bunny por su éxito actual y conexión con los más jóvenes, en realidad explica que este fenómeno lleva ocurriendo con diversos artistas desde hace décadas, como pasó con The Beatles o Elvis Presley.

El neuropsicólogo español José Antonio Portellano Pérez, que no ha participado en este estudio, confirma a El Confidencial que “cuando una música nos gusta, el componente emocional que tiene, activa emociones positivas”. Y en efecto, puede ser con Bad Bunny o con cualquier otro artista: “Es un mecanismo universal”.

Este profesor de Psicobiología de la Universidad Complutense de Madrid confirma la idea de que “cuando una música gusta, sea de Bad Bunny o de otro artista, se disparan hasta cuatro sustancias que regulan el llamado cuarteto de la felicidad: la oxitocina, las endorfinas, la dopamina y la serotonina”.

placeholder Foto: Reuters/Mario Anzuoni.
Foto: Reuters/Mario Anzuoni.

La activación de estas se puede comprobar con una prueba de resonancia magnética funcional, en la que se observa “como los centros de placer del cerebro, situados en la base del mismo, se activan, liberando estas sustancia”. Pero “si una canción no gusta, los centros de placer del cerebro no se dan por aludidos, no se activa ni la dopamina, ni la serotonina, ni las endorfinas. Y siempre tiene que ser una música que conozcamos y esto tiene que ver también con dónde hemos escuchado esa canción, dónde la hemos aprendido, el contexto en que la oímos…”.

El neuropsicólogo español también explica que “las sensaciones que cada persona tiene frente a una canción es diferente”, lo que explicaría “que cuando nos gusta la música se producen las activaciones de estas moléculas” y esto, “incluso, pueden hermanar a la gente”, ya que “cuando estás es un teatro o un estadio y ves que el de al lado también está disfrutando, hay una empatía, aunque no se conozca, porque se activan las neuronas espejo”. “Las neuronas espejo funcionan haciendo que cuando estoy viendo a una persona disfrutar no solo se produzcan cambios en el cerebro del otro, también en el de la persona que lo está viendo”, añade.

Sin lugar a dudas, Bad Bunny se ha consolidado como un fenómeno internacional que trasciende fronteras, idiomas y géneros musicales. Con su estilo irreverente, letras que conectan con varias generaciones y una estética que rompe con los estereotipos del reguetón tradicional, Benito Antonio Martínez Ocasio (su verdadero nombre) ha llevado la música urbana latina a lo más alto de las listas globales. El puertorriqueño no solo llena estadios en todo el mundo, también ha sido portada de revistas de moda, ha actuado en la Super Bowl y ha participado en proyectos cinematográficos, confirmando que su impacto va mucho más allá de lo musical: es un símbolo de cambio cultural y representación global.

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