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¡Ese árbol ha parpadeado! Cuando el camuflaje animal nos deja boquiabiertos
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¡Ese árbol ha parpadeado! Cuando el camuflaje animal nos deja boquiabiertos

La capacidad de algunos animales para camuflarse en el entorno los hace prácticamente invisibles a nuestros ojos. Algo que puede dar lugar a confusiones como la que acaban de sufrir unos vecinos de Valencia

Foto: Un cárabo común perfectamente camuflado en el tronco de un árbol. (Unsplash/Hans Veth)
Un cárabo común perfectamente camuflado en el tronco de un árbol. (Unsplash/Hans Veth)

Hace unas semanas los vecinos de la avenida Blasco Ibáñez de Valencia protagonizaron una singular protesta porun sonido que, a su parecer, procedía de una alarma que se disparaba cada noche, una contaminación acústica que no les dejaba dormir. En declaraciones a la prensa local, había quien afirmaba llevar varias jornadas sin pegar ojo porque, al dormir con las ventanas abiertas, les entraba de la calle “ese sonido insoportable”. Lo más curioso es que las mismas protestas, por el mismo sonido, se habían producido en otras ciudades tanto este año como en años anteriores. La queja era siempre la misma: una alarma, en mitad de la noche, un día tras otro, sobre la misma hora.

Al personarse la policía local los afectados describían el pitido como algo parecido al sonar de los submarinos. Un potente tiuuuu/ tiuuuu/ tiuuuu que se repetía cada tres o cuatro segundos, durante varias horas seguidas, cada noche. Estaban convencidos de que se trataba de la alarma de un coche o un comercio cercano. Sin embargo al indagar en el origen se descubrió que se trataba del reclamo de un ave nocturna: un autillo, el autillo europeo; la menor de nuestras rapaces nocturnas.

placeholder Un autillo camuflado entre las ramas. (EFE/Annaïs Pascual)
Un autillo camuflado entre las ramas. (EFE/Annaïs Pascual)

El autillo europeo es una especie migratoria y de hábitos urbanos que suele llegar a nuestros pueblos y ciudades a principios de abril y se va entrado octubre. Y efectivamente, durante todo ese tiempo su reclamo, que emite para marcar territorio y pregonar su período de celo, puede resultar algo cansino. Es un silbido corto y seco, entre lúgubre y agudo, que repite una y otra vez siguiendo un ritmo acompasado.

Lo más curioso de todo es que esa cacofonía que tanto molestaba a los vecinos, es la única pista que permite anotar su presencia, ya que esta pequeña rapaz nocturna es una de las especies más difíciles de ver en la naturaleza debido a su mimético plumaje. Un recurso evolutivo que le permite disfrazarse perfectamente de árbol gracias a esa librea de tonos ocres, cenicientos, cremosos o tostados con motas pardas.

Los reyes del camuflaje

Un disfraz que combina a voluntad para adquirir exactamente el mismo color que la corteza de los árboles. Y puede cambiar de vestuario en función del árbol donde se instala. Pinos, robles, encinas, alcornoques: no importa, tiene armario para todo.Si a esa sofisticada herramienta evolutiva unimos su pequeño tamaño, no mucho más grande que un mirlo común aunque más alargado y vertical, y su costumbre de pasar horas y horas sin mover una sola pluma, la invisibilidad del autillo está asegurada.

placeholder El pulpo también domina el arte del mimetismo. (EPA/Roger Steene)
El pulpo también domina el arte del mimetismo. (EPA/Roger Steene)

Y lo mismo ocurre con otra de las rapaces nocturnas más comunes en las arboledas de nuestras ciudades y pueblos: el cárabo común. Aunque mucho más grande que el autillo, con una cabeza gorda y redonda de la que, al contrario que otros búhos, no sobresalen penachos, este búho tiene igual capacidad, sino más, para pasar totalmente desapercibido. Hasta el punto de que solo llega a delatarlo su parpadeo, como muchos ornitólogos aficionados han podido comprobar.

Por todo ello y al igual que pasa con el autillo, más que verse, al cárabo también se le localiza por su reclamo. En este caso un potente ulular, mucho grave, trémulo y profundo que el de su pariente menor, aunque menos insistente. Un retumbo que en las noches frías de invierno puede llegar generar un cierto escalofrío en quienes salen a correr por un parque urbano o duermen junto a un bosque.

El arte de desaparecer

Los científicos denominan mimetismo a esa capacidad de algunos seres vivos para adquirir el aspecto de otros o pasar desapercibidos en el entorno que les rodea. En el caso de los animales (también se da entre las plantas) algunas especies muestran una habilidad increíble a la hora de ejercerla. Uno de los casos más conocidos es el de nuestro camaleón común: uno de los animales más singulares de la fauna ibérica y, por desgracia, también una de las especies más amenazadas de extinción.

placeholder El camaleón es sin lugar a dudas uno de los reyes del camuflaje. (Unsplash/K. Bodenstein)
El camaleón es sin lugar a dudas uno de los reyes del camuflaje. (Unsplash/K. Bodenstein)

Su capacidad para desaparecer entre los arbustos y las copas de los árboles en los que habita es mágica, tornándose casi invisible tanto para sus presas como para sus predadores. Ello se debe a que los pigmentos de la piel del camaleón pueden reproducir con una alta fidelidad el color que los ojos transmiten al cerebro. Así, este prodigio de nuestra naturaleza, esta especie que parece llegada directamente del jurásico, es capaz de ‘imprimirse’ sobre la piel los colores del paisaje convirtiéndose en parte de él.

Pero donde encontramos algunos de los ejemplos de mimetismo más sorprendentes es bajo el mar, entre la fauna submarina. El pulpo, uno de los animales más evolucionados del planeta, es capaz de cambiar de aspecto en apenas unos segundos para confundirse con el fondo marino y hacerse igualmente invisible. Una destreza que comparte con otro cefalópodo muy habitual en nuestras costas, un pariente cercano y no menos evolucionado: la sepia.

En el caso de la sepia, es tanta su destreza que, como han logrado recoger las cámaras submarinas incluso si se le pone un tablero de ajedrez debajo la sepia es capaz de reproducir sobre su piel la sucesión de cuadros blancos y negros del damero. Es lo que el gran biólogo marino Roger Hanlon denomina como "piel inteligente" en esta interesante charla TED sobre el tema. En ella muestra al público como este animal es capaz de fotocopiar el fondo sobre el que nada para reproducirlo incluso mientras va nadando, en pleno movimiento: "uno, dos, tres, cuatro, cinco: ahora soy un alga".

placeholder En esta foto hay una araña perfectamente camuflada. (Unsplash/S. Upadhya)
En esta foto hay una araña perfectamente camuflada. (Unsplash/S. Upadhya)

Entre los insectos la cosa aumenta de categoría para elevarse a cotas inimaginables, como sucede con las diversas especies de insecto palo o insecto hoja y de algunas 'mariposas invisibles' (las hay incluso transparentes). Los arácnidos, a menudo tan injustamente vilipendiados, no se quedan atrás.

Fíjense en la imagen de la tarántula que nos acompaña. Prueben a siluetear con la mirada su figura, perfectamente difuminada en el tronco del árbol ¿Dónde empieza y acaba el abdomen? ¿Y las patas? ¿Sorprendente verdad? Ha logrado imitar hasta las tonalidades del musgo mientras aguarda pacientemente a que le pase por delante una de sus presas: tan solo la delatan sus cuatro pares de ojos, pero cuando ésta los perciba ya será demasiado tarde.

Aves, peces, crustáceos, anfibios, mamíferos… El listado de animales que recurren al mimetismo para lograr camuflarse en el entorno, ya sea como técnica de caza o de supervivencia, tanto vertebrados como invertebrados, es imposible de abarcar en un solo artículo. Este es tan solo un breve apunte cuyo único propósito es despertar en el lector la fascinación por la naturaleza y la curiosidad por esta sorprendente herramienta evolutiva, una técnica que algunos han logrado desarrollar hasta la perfección.

Hace unas semanas los vecinos de la avenida Blasco Ibáñez de Valencia protagonizaron una singular protesta porun sonido que, a su parecer, procedía de una alarma que se disparaba cada noche, una contaminación acústica que no les dejaba dormir. En declaraciones a la prensa local, había quien afirmaba llevar varias jornadas sin pegar ojo porque, al dormir con las ventanas abiertas, les entraba de la calle “ese sonido insoportable”. Lo más curioso es que las mismas protestas, por el mismo sonido, se habían producido en otras ciudades tanto este año como en años anteriores. La queja era siempre la misma: una alarma, en mitad de la noche, un día tras otro, sobre la misma hora.

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