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¿Qué hace una pareja de águilas con sus crías en el jardín más transitado de Valladolid?
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¿Qué hace una pareja de águilas con sus crías en el jardín más transitado de Valladolid?

No se conocen precedentes en el mundo de águilas calzadas asentadas en medio de un núcleo urbano y sólo las peculiaridades del Campo Grande pueden explicarlo

Foto: Pareja de Águilas (Imagen cedida por el Ayuntamiento de Valladolid y la asociación Pennatus)
Pareja de Águilas (Imagen cedida por el Ayuntamiento de Valladolid y la asociación Pennatus)

No existen precedentes conocidos en el mundo de una pareja de águilas calzadas asentándose en un núcleo urbano. Ni en España, ni en ninguna otra parte. Y, sin embargo, una pareja con sus tres crías ha decidido acomodarse en el jardín más transitado de Valladolid, el Campo Grande, en medio de la ciudad, en un entorno rodeado de edificios, carreteras, vehículos y gente.

"Estamos ante un hecho inusual, inédito, y que debe ser protegido y puesto en valor", ha asegurado el alcalde de Valladolid, Jesús Julio García Carnero, que ha participado recientemente en una operación de anillamiento y geolocalización de las aves.

Los primeros argumentos aportados por los expertos para explicar esta peculiaridad zoológica apuntan a la singularidad del jardín histórico vallisoletano, que opera como un misterioso remanso de paz en medio de la ciudad. Rodeado de coches, sí, pero con su ruido amortiguado por la frondosa vegetación y su condición boscosa. Y con multitud de seres humanos frecuentando cada día sus paseos, pero también con árboles suficientemente altos como para que estas rapaces aventureras se sientan completamente fuera de peligro, como ocurre con el pinsapo situado en el entorno de la Fuente de la Fama donde la pareja ha instalado su espacio de cría.

La presencia de águilas calzadas en entornos humanos de Valladolid se remonta a una década, pero lo habitual era hasta ahora que se asentaran en zonas del bosque de ribera de municipios del alfoz, como Arroyo. En la ciudad, pero fuera de la ciudad, en lugares con escasa presencia humana o directamente inaccesibles, explica Ignacio García Dios, investigador principal de la Asociación Pennatus. "Lo insólito es que se instalen en medio de un casco urbano, como ocurre en Valladolid. No se conoce ningún otro caso como este en el mundo". Y hay mundo para comparar, pues estas aves, aunque tienen una presencia especialmente destacada en España -donde se estima que hay unas 6.500 parejas, más de la mitad de la población mundial- están asentadas también en Portugal, Francia, los países del Este de Europa y los del Sahel, en el norte de África.

placeholder Las águilas de Campo Grande (Imagen cedida por el Ayuntamiento de Valladolid y la asociación Pennatus)
Las águilas de Campo Grande (Imagen cedida por el Ayuntamiento de Valladolid y la asociación Pennatus)

Las peculiaridades del Campo Grande pueden ayudar a entender este extraño caso. Aunque es un jardín de tamaño medio, incrustado en medio de la ciudad, tiene una infrecuente densidad de árboles y vegetación que le convierte en una especie de bosquete, lo que facilita, además, la existencia de una gran diversidad de especies. Por tanto, en realidad no es un entorno tan diferente de otros que las águilas calzadas suelen frecuentar. "Y en el que tienen una disponibilidad de alimento excepcional y abundante, tanto en cantidad como en diversidad de especies", explica Ignacio García Dios.

Y, por si fuera poco, un espacio que es también refugio térmico, pues sus especiales condiciones hacen que la temperatura del jardín vallisoletano sea varios grados inferior a la de su entorno urbano inmediato. "Un parque con todas estas características te lo encuentras en muy contadas ocasiones", añade el experto.

La pareja de águilas calzadas que hace historia en Valladolid llegó a la ciudad por primera vez el año pasado, y se asentaron en el mismo lugar al que han vuelto un año después. Lo que entonces podría haber sido una excentricidad condenada al fracaso se ha confirmado como una opción real al repetir este segundo año. Y con tres crías, que es también una cifra inusual en la especie.

Foto: Una osa y sus oseznos en la Cordillera Cantábrica. (EFE)

Otro factor que, sin duda, ayuda es que los entornos urbanos están libres de los depredadores que más amenazan a estas rapaces: el búho real y el azor común. Es, por tanto, un entorno que perciben como seguro. Pero, ¿y el hombre? ¿No podría ser visto como una amenaza? Los 20 metros de altura del pinsapo, el árbol que han elegido para acomodar su nido, parecen proporcionarles una sensación de seguridad más que suficiente. Hasta esa altura solo ascienden los expertos de Pennatus para realizar las labores de anillamiento y para sus labores de estudio e investigación de los ejemplares, y ellos no son ningún peligro.

Tan seguros se sienten que ni siquiera reaccionan a los estímulos que los estudiosos suelen utilizar para apresar a las aves y anillarlas. Lo habitual en estos casos es que los investigadores instalen en el entorno del nido un búho y que las águilas se lancen contra él para amedrentarle y obligarle a huir. En el Campo Grande, sin embargo, el ardid no funcionó. Las rapaces ignoraron por completo la presencia del potencial enemigo y los estudiosos no pudieron realizar su trabajo. "Ni siquiera hicieron amago de lanzarse hacia él. Sienten una tranquilidad absoluta".

Foto: Varias vacas asturianas pastan en una imagen de archivo. (EFE/Paco Paredes)

Pennatus es un colectivo especializado en el águila calzada y que se ocupa de estudiar e investigar a los ejemplares del Campo Grande, en colaboración con el Ayuntamiento de Valladolid. Esta semana protagonizaron, con el alcalde, una operación de anillamiento de las tres crías, a las que dotaron también con sistemas GPS para realizar seguimiento de sus desplazamientos. Lo mismo hicieron el año pasado con las dos crías de aquella camada y gracias a eso se puede saber que las dos volaron a Sahel, una hacia Nigeria y otra a Burkina Faso. De este último ejemplar se tienen noticias, no así del primero, del que se sospecha que haya fallecido en el desierto norteafricano.

La legislación española no considera a las águilas calzadas como una especie en peligro de extinción, ni tampoco vulnerable, y se limita a valorarla como de especial interés. Sin embargo, según García Dios, la situación no es tan boyante como se cree por lo que su asociación aboga porque sea reconocida como especie ‘casi amenazada’. A fin de cuentas, tratándose de una especie migratoria, poco importa la seguridad que tengan las aves en España si en África, o en los países del Este de Europa, son acosadas y se enfrentan a problemas de supervivencia. "Y lo que pasa allí inevitablemente afecta al conjunto de la población mundial".

No existen precedentes conocidos en el mundo de una pareja de águilas calzadas asentándose en un núcleo urbano. Ni en España, ni en ninguna otra parte. Y, sin embargo, una pareja con sus tres crías ha decidido acomodarse en el jardín más transitado de Valladolid, el Campo Grande, en medio de la ciudad, en un entorno rodeado de edificios, carreteras, vehículos y gente.

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