El PSOE bendice la continuidad de Sánchez con el miedo intacto a más informes de la UCO
La salida obligada de Salazar supone otra grieta en la política de nombramientos del presidente. Ni la nueva dirección ni las medidas de mayor control, logran superar la sensación de incertidumbre y abatimiento
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Una limusina rosa pasó este sábado por delante de la sede socialista de Ferraz. Si por la ventana del coche se hubiera asomado José Luis Ábalos a nadie le resultaría ya extraño. La pesadilla que los socialistas viven desde que supieron que Santos Cerdán está presuntamente implicado en una trama de corrupción hace que cualquier cosa les parezca creíble. Como cuando tras la pandemia en España se bromeaba con que lo siguiente sería un ataque extraterrestre. El problema del PSOE es que los marcianos los tenía ya metidos en casa.
El lunes, su exsecretario de Organización entró en la cárcel de Soto del Real. Y ayer, otro de los hombres de confianza del presidente del Gobierno, Paco Salazar, se vio obligado a dejar sus cargos en la Moncloa y en el PSOE, cuando estaba a punto de convertirse en uno de los escuderos de la nueva número tres del partido, Rebeca Torró. Lo tumbó una información de eldiario.es sobre un posible caso de acoso sexual a una trabajadora del complejo gubernamental.
Salazar formaba parte del gabinete de Sánchez, como coordinador institucional, y era secretario de Análisis y Acción Electoral en el partido. Su nombre sonaba desde hace semanas, incluso como nuevo secretario de Organización. Una corriente subterránea en el seno del partido ya avisaba de que igual no era el mejor candidato. Pero Sánchez, a quien nadie parece contarle nada, lo propuso para el nuevo equipo coral de Ferraz.
Este asunto dinamitó desde primera hora la celebración del comité federal, que debía servir para aliviar en algo la crisis que asola al Gobierno y al PSOE. Ocho horas de "sano" debate, en las que los socialistas ratificaron la continuidad de Sánchez. Y poco más. El agujero de credibilidad sigue abierto y es todavía más grande, tras la salida forzada de Paco Salazar. Pero en Ferraz, todos se esforzaron por hacer algo de terapia, con unas cincuenta intervenciones.
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Emiliano García-Page cumplió esta vez las expectativas creadas y reclamó al presidente que se someta a una cuestión de confianza o vaya pensando en adelantar las elecciones. Le llovieron las críticas, en lo que pareció una estrategia acordada. Varios ministros salieron a replicarlo y poner el acento en la cercanía de su discurso al PP. Sólo le defendió la alcaldesa de Palencia, Míriam Andrés. "Todos los socialistas tenemos derecho a opinar sin ser pitados ni recriminados por los compañeros", dijo a los periodistas, aludiendo también al grupo de personas apostadas enfrente de Ferraz que por la mañana gritaron a Page "facha" y "miserable".
Sánchez también le respondió en su alocución de cierre pero no de manera directa, sino con la reivindicación de la amnistía y de los pactos de izquierdas, en lugar de la gran coalición (PSOE y PP) que seduce a veteranos socialistas. En el entorno de Page mantenían que "muy nerviosos deben de estar cuando tienen que sacar a los ministros". "Este comité federal era para dar una respuesta a la sociedad española no al presidente de Castilla-La Mancha"
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Pero el mensaje más explícito del jefe del Ejecutivo tuvo como destinatario a Felipe González y sus aceradas críticas contra él: "Cuando deje de ser presidente del Gobierno seré un militante al lado de mi secretario general". Sánchez también reivindicó ante los suyos que "no se discuta su integridad".
Se habló y mucho, pero la sensación es que ni los cambios en la dirección ni los nuevos mecanismos de control son una solución. "Patada para adelante". No se niega el "cierre de filas" aunque se le da un valor muy relativo. "Son medidas internas, correctas, pero hacia fuera no tienen ninguna eficacia", sostienen cargos del partido, presentes en la reunión. La preocupación de muchos cuadros es cómo afrontar esta crisis ante sus propios vecinos. Y por ahora, más allá de poder decir que actúan más rápido que el PP para expulsar a los corruptos y la importancia de preservar la continuidad del Ejecutivo de coalición, no cuentan con más argumentos.
Pero se han conjurado para "resistir" y "dar la batalla al PP". Al menos, reconocen, "hasta que aparezca otro informe de la UCO". El PSOE vive inmerso en un estado latente de resignación. Aunque se pretende aguantar, son conscientes de que todo está pendiente de la investigación del juez del Tribunal Supremo, Leopoldo Puente, sobre la trama de Ábalos, Santos y Koldo en el Ministerio de Transportes. De si aparecen más implicados o hay financiación ilegal del partido.
"Nada se arregla en un día", destacan los más optimistas, que sí ven que con la cita de este sábado "se encamina la superación". En medio de la incertidumbre general, casi de la angustia, el presidente afronta otra importante prueba en la comparecencia del miércoles en el Congreso, solicitada para atender la petición de explicaciones de sus socios. "Esto es lo importante", resume un secretario general, para "empezar a recuperar crédito".
Una limusina rosa pasó este sábado por delante de la sede socialista de Ferraz. Si por la ventana del coche se hubiera asomado José Luis Ábalos a nadie le resultaría ya extraño. La pesadilla que los socialistas viven desde que supieron que Santos Cerdán está presuntamente implicado en una trama de corrupción hace que cualquier cosa les parezca creíble. Como cuando tras la pandemia en España se bromeaba con que lo siguiente sería un ataque extraterrestre. El problema del PSOE es que los marcianos los tenía ya metidos en casa.