Feijóo promete un Gobierno "en solitario" sin vetar ni a Vox ni al PSOE: "O Sánchez o yo"
El líder del PP despeja las dudas sobre lo que hará si gana las elecciones. El único cordón sanitario será a Bildu, no pactará con "el sanchismo" ni se "someterá" a Junts. Ayuso cierra filas: "Tuyo es el partido, presidente"
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La satisfacción y el optimismo sale por cada poro del Partido Popular. Alberto Núñez Feijóo clausuró su congreso con la vista puesta en la Moncloa, y con un discurso en el que puso negro sobre blanco que tiene una hoja de ruta clara de lo que quiere hacer si logra llegar al Gobierno. Tras consagrar la unidad interna en el partido y alinear a todo el PP en torno a su liderazgo, Feijóo quiso dejar claro a los españoles dónde está él. Qué cabe esperar, en lo político y en lo ideológico. Nunca había sido tan explícito. Despejó uno a uno interrogantes de gran calado en los que, hasta ahora, se había quedado en la ambigüedad.
El líder del PP se ha puesto el objetivo de llegar a los 10 millones de votos desde el "centro reformista", en un guiño claro al aznarismo. Apeló en primer lugar a todos los votantes, a derecha e izquierda, y aseguró que la próxima vez que se abran las urnas sólo habrá dos opciones: "O Sánchez, o yo". Se dirigió de forma velada a los socialistas descontentos y a los electores situados a su derecha, azuzando la teoría del 'voto útil' y la idea de que elegir otra papeleta que no sea la del Partido Popular puede mantener a Sánchez en la Moncloa.
Feijóo también descartó de forma clara la posibilidad de coaligarse con Vox en una hipotética coalición de Gobierno, consciente de que la duda sobre una posible coalición con los ultraconservadores es gasolina electoral para la izquierda. "Yo quiero un Gobierno en solitario, y no darle a mi país los espectáculos que vemos cada martes en el Consejo de Ministros", esbozó. ¿Eso significa que el PP planteará un cordón sanitario a Vox? "No", respondió, tajante, el líder del PP. "Es la tercera fuerza política de este país, y merecen un respeto. Yo no estoy dispuesto a arrinconarles", espetó, abriendo la puerta a futuras alianzas parlamentarias.
El líder del PP hizo gala de su pretendida "centralidad" política y se negó también a vetar posibles acuerdos con el Partido Socialista. Pero una cosa, dijo, son las siglas del PSOE y otra muy distinta el "sanchismo", con el que no está dispuesto a llegar a entendimiento alguno. "Con Sánchez no se puede pactar. Pero eso no significa que no podamos recuperar los consensos en los asuntos que lo requieren", especificó. "La Presidencia del Gobierno exige grandeza, y yo la voy a tener".
Es el momento de ser claros.#21CongresoNacionalPP #TomaPartidoPorEspaña pic.twitter.com/OrfcGf1Ban
— Alberto Núñez Feijóo (@NunezFeijoo) July 6, 2025
El líder del PP se reafirmó en que el único cordón sanitario que operará si logra ganar las próximas elecciones generales será el de Bildu. Y mantendrá esa censura mientras la formación de Otegi "no pida perdón" a las víctimas de ETA y colabore en el esclarecimiento de los crímenes. También dejó claro que, de cara a una investidura no dará portazo a intentar dialogar con partidos independentistas y nacionalistas. Pero Feijóo es plenamente consciente de que es un extremo que incomoda a los sectores más conservadores del partido. Y se comprometió ante un plenario de más de 3.000 personas que él "no se someterá" a sus exigencias, como sí ha hecho Sánchez.
"No voy a dar al independentismo lo que no quiero y no puedo. Y no voy a firmar nada que vaya en contra de lo que hemos firmado hoy aquí. ¡Y nada es nada!", espetó. Feijóo se hizo a sí mismo la pregunta que muchos se han hecho a lo largo de los últimos meses. "¿Cuál será la relación con los nacionalistas?" Hasta ahora, nunca había dado una respuesta tan explícita. "Claridad y vigilancia", aseguró. "Seré claro. Fuera de la ley y de la Constitución, nada de nada. Y tampoco consentiré más desafíos a nuestro país", lanzó, en un aviso a navegantes dirigido especialmente a Junts.
"Gobernaré con límites y con principios"
Feijóo clausuró un congreso en el que la paz orgánica se ha contrapuesto al vuelo de cuchillos en la sede de Ferraz. El líder del PP quiso que su discurso final marcase un antes y un después al resolver las posibles dudas que pueden tener los votantes del PSOE descontentos con la "deriva" de Sánchez, con el compromiso de que intentará dejar a Vox al margen. Y también se dirigió a los electores ultraconservadores, a los que aseguró que no pactará con "este PSOE" y pondrá coto al independentismo. Y todo ello sin abandonar su visión de centro. "Las minorías deben ser escuchadas y respetadas, pero no deben ser quienes marquen el rumbo", afirmó.
El presidente del PP abandona de este modo el aura de la indeterminación que le achacan sus rivales políticos. Estuvo precedido de una Isabel Díaz Ayuso que envió un par de derechazos a Sánchez y que brindó un apoyo sin fisuras al dirigente gallego. "El partido es tuyo, presidente", le dijo. Celebró que el partido saliese del congreso de Ifema "unido", y puso voz al sentir de toda la formación. "Este es tu momento", le dijo.
Alberto Núñez Feijóo llamó a la ciudadanía a decir "basta ya" a la "deriva" del sanchismo. En su lista de promesas también incluyó la de ahormar un Gobierno "limpio", ensalzando el contraste entre su proyecto y la vorágine de corrupción que ha estallado en el PSOE.
"Tendré un Gobierno limpio que auditará hasta el último céntimo que se haya gastado, con especial atención a los contratos por obras y servicios", lanzó, en alusión al escándalo de mordidas que precipitó el ingreso en prisión del exnúmero tres del PSOE, Santos Cerdán. Feijóo apeló al votante cansado, a los que "están hartos de comulgar con ruedas de molino" con independencia de su ideología, a los que brindó su "palabra". "Me comprometo a gobernar con límites y con principios", azuzó.
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En su largo discurso de clausura, Feijóo esbozó una serie de tareas prioritarias que promete desplegar en sus primeros 100 días de Gobierno, un listado con el que da por inaugurada una "campaña permanente" que arrancará definitivamente en septiembre, y que puede durar meses o años, pero que culminará con el desalojo de Sánchez de la Moncloa y la caída del "muro entre españoles".
El líder del PP hizo especial hincapié en una de ellas: el compromiso de "reducir la inmigración ilegal". Afloró en este punto el endurecimiento del discurso del PP en esta cuestión, que ha tenido reflejo en la nueva ponencia ideológica del partido. Pero también quiso poner distancias con Vox. Su proyecto, también en esta cuestión, es otro. "No tenemos que llevarnos a equívoco, sin la inmigración seríamos todavía un país más envejecido. Pero España debe ser un país abierto, no ingenuo", apuntó.
Feijóo se quedó en el punto intermedio, justo en el que cree que se encuentra una mayoría social. "El discurso del odio yo lo rechazo, pero tampoco puede implicar ni silencio ni descontrol". "¿Cómo lo ilegal va a tener garantías? ¿Cómo lo ilegal va a tener derechos?", cuestionó. "A quien viene a sumar y a trabajar, bienvenido. Y a quien viene a otra cosa le diremos que ¡aquí no!", proclamó, levantando a un auditorio que se rompió en aplausos.
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Mencionó también como prioridad la necesidad de acometer una "regeneración democrática e institucional"; desplegar un Plan de Vivienda que, prometió, se aprobará en su primer Consejo de Ministros; insistió en la ejecución de una bajada masiva de impuestos; se comprometió a mantener en la medida de lo posible y previo acuerdo con los empresarios el Salario Mínimo Interprofesional (SMI), aunque su deseo, dijo, será poner el foco en mejorar el salario medio; el incremento de los médicos de familia; o el impulso de un Pacto Nacional del Agua. Aseguró, además, que reforzará la seguridad, clarificará la "política de Defensa" e impulsará una "ley de lenguas" para blindar la posibilidad de que "todos los niños puedan ser educados en español".
El líder del PP puso muchos esfuerzos por gestar un congreso de unidad, sin debates delicados ni charcos incómodos. Pero en su extensa intervención sí quiso pisar alguno. Aseguró que, "sin dar lecciones de moralidad a nadie", "es posible combatir la violencia machista sin criminalizar a los hombres y sin infantilizar a las mujeres"; defendió también su apuesta por "la natalidad" y por "la familia", remarcando que protegerá "a todas" ellas, superando de este modo la idea de familia normativa y haciendo, de nuevo, un guiño al colectivo LGTBI.
En su larga lista de promesas, Feijóo blindó también su compromiso con "la actualización de las pensiones" de tal modo que sea compatible con la "viabilidad para los jóvenes", aunque sin exponer en este punto cuál será la fórmula para abordar un tema especialmente delicado. Se comprometió a cuidar también la "política exterior" frente a un Gobierno de "autócratas disfrazados de progresistas", así como a impulsar la renovación del CGPJ, del TC y de la Fiscalía para "garantizar que no haya comisarios políticos en las instituciones nunca más".
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Aseguró, por último, que él no le teme a las urnas y que en caso de presentar Presupuestos Generales del Estado y no conseguir el beneplácito de las Cortes, convocará elecciones generales. "Para eso están", afirmó. Ahora espera su "última oportunidad" para enfrentarse a Sánchez en las urnas. La "decadencia" con la que definió al PSOE ha insuflado cierto optimismo en el PP. Muchos creen que podrían llegar este mismo otoño. Pero Feijóo llamó a los suyos a no confiarse, ni tampoco a dejarse llevar por el optimismo de los sondeos. "No nos confiemos con la sonrisa de las encuestas", dijo. "La única sonrisa que vale es la de las urnas".
La satisfacción y el optimismo sale por cada poro del Partido Popular. Alberto Núñez Feijóo clausuró su congreso con la vista puesta en la Moncloa, y con un discurso en el que puso negro sobre blanco que tiene una hoja de ruta clara de lo que quiere hacer si logra llegar al Gobierno. Tras consagrar la unidad interna en el partido y alinear a todo el PP en torno a su liderazgo, Feijóo quiso dejar claro a los españoles dónde está él. Qué cabe esperar, en lo político y en lo ideológico. Nunca había sido tan explícito. Despejó uno a uno interrogantes de gran calado en los que, hasta ahora, se había quedado en la ambigüedad.